24 sept 2009

Análisis profundo del profesorado

Existen dos grandes grupos de profesores “Los buenos” que hacen de sus enseñanzas una referencia para nosotros en la vida y “Los malos o locos”. Me centraré en este caso, en el último grupo, ya que cuando estaba en 3º en el instituto, tuve la suerte de cruzármelos a todos.

Mi profesor de valenciano, entraba a clase, ponía los ejercicios y se sentaba a mirar la pared, mientras la clase gritaba, pataleaba, saltaba y recreaba sonidos de la selva o de granja, parecía tranquilo y pocas veces hablaba. Al principio, hacíamos lo que queríamos, pero lo que no sabíamos es que a medida que elevábamos nuestras voces, la vena se su cuello aumentaba poco a poco, a veces superábamos el límite y era el momento de temblar, se levantaba y se quedaba rígido, con los puños cerrados y gritaba “calleu-vos” mientras la espuma brotaba de su boca, nos tiraba cosas, llaves, libros hasta un día nos llegó a tirar una mesa. El primer día que lo vimos así, un grupo bajamos a jefatura de estudios, una de las chicas comentó que le daba miedo y la jefa de estudios nos explicó que había que entenderlo, que era un profesor especial y que estaba “atravesando problemas”

El capitán, era el de matemáticas, le llamábamos así porque el primer día de clase nos dijo: yo soy el capitán de este barco y vosotros mis marineros y aquí se hace lo que yo diga. Frases como: “no repique en mi tambor que soy muy sensible”, “la está cagando señorito”, palabras como “árculo” o incluso sonidos como “yeahhh wakasaka” era algo común en él. Recuerdo una disputa personal que tuve con él la primera semana, yo le dije que no sabia enseñar, el me dijo que yo era una cuentista y me libré de tenerlo de profesor el resto del año, aunque en 4º me volvió a tocar, al final nos hicimos medio amigos. Cambió de grupo, empezó siendo malo y después solo lo dejé en loco.

El sátiro, le decíamos así, aunque casi ninguno sabíamos exactamente lo que quería decir, solo repetíamos la palabra e imaginábamos que tenía algo que ver con ser un “salido”. Supongo que fue uno de los peores profesores, miraba a las chicas de arriba abajo con una mirada lasciva y la sonrisa de lado, mientras una espumilla de saliva se acumulaba en el borde de la boca. Aún recuerdo como miraba a mi madre el último día de clase.
Un día mi amiga estaba hablando en clase y el le dijo: Oye, cuando acabe la clase, te vienes conmigo al cuartito. Mi amiga muy ágil le dijo: no puedo, me tengo que ir a comer, a lo que el respondió: no importa, nos comemos el uno al otro. Eso sólo es una pequeña parte de las cosas que decía, incluso a veces rozaba los brazos de mis compañeras con los dedos. Por suerte también estuve sólo unos días con el. Aún sigue dando clases en el instituto.

La camionero u oso de la casa azul, era nuestra tutora, una mujer extremadamente desagradable, muy masculina, caminaba con las piernas abiertas y la espalda encorvada, no entendí porque le decían el oso de la casa azul hasta que vi a ese oso, era una réplica casi exacta de ella. Esta mujer nos recordaba cada día lo malos que éramos, y nos decía constantemente que con nosotros nunca iría a ningún sitio, de alguna manera se encargaba de repetirnos lo que NO íbamos a lograr. Jamás nos dio ánimo, nos trataba casi como delincuentes. Más tarde cuando estudié algo de apoyo psicosocial, me agarraba la cabeza. Éramos una clase un poco rebelde, repetidores la mayoría pero no merecíamos ese trato. No éramos delicuentes, éramos un grupo de adolescentes que necesitábamos profesores cualificados.


1 comentario:

Anónimo dijo...

¿En una clase de repetidores, una escritora crítica y analítica como tú??? El fracaso cárgaselo a cuenta de la "PROFESORA OSO AZUL" (yo agregaría cavernícola) sin formación pedagógica y a un sistema educativo mediocre.
Triunfadora eres tú que saltaste por encima la valla de la ignorancia camuflada de "educación" y ahora miras a esos personajes enfermizos desde arriba :-), desde la exquisitez de tu espiritu pulido por el conocimiento. Besos a mi escritora preferida. BONNIE

2 de octubre de 2009 23:02