29 nov 2008


Les voy a contar una historia…
Una historia real, una historia capaz de herir su sensibilidad, antes de leerla piensa:
¿seré capaz?, piénsalo…
Esto sucedió no hace tanto tiempo, quizás un año, quizás menos…
Era una tarde lluviosa o soleada, porque realmente solo me acuerdo que era una tarde.
Acababa de llegar a clase, después de comer, en pleno trajín digestional, solíamos reunirnos en el patio y estábamos comentando exámenes, trabajos, cosas espeluznantes.
Hasta que llegó “LAMERCHE”, en su rostro se reflejaba el infierno que acababa de vivir, era la viva imagen del terror. Esto fue lo que ocurrió, algo que recordaríamos todos los presentes, para el resto de nuestros días.
Ella es de Orihuela y tenía que trasladarse cada día hasta Elche, iba en tren con otra compi. Ese día había salido de su casa, había bastante viento y esto fue lo que inició todo, pues “algo” desconocido, pequeño, una maldita “basurita” se introdujo en su ojo. A todos nos ha pasado alguna vez, esto lleva a tocarse los ojos, terminan irritados, doloridos. Anduvo con paso angustioso hasta que llegó al tren, se sentó y le pidió a su compañera que mirara, haber si podía verlo que tenía en el ojo, durante todo ese tiempo ellas notaron una fría mirada que las observaba desde el asiento de al lado, había alguien.
Ese desconocido se puso de pie y dijo ¿puedo ayudarlas? era una mujer no muy mayor, quizás rondaría los 40 y dijo:
yo solucionaré este problema.
Así que “LAMERCHE” se acercó a ella, algo insegura, sabía que no le haría nada, era de día y el vagón venia completo. De un movimiento seco e imprevisto la mujer cogió de la cabeza a nuestra amiga y la acercó tanto a su cara que la Merche podía sentir su aliento sobre su rostro y fue ese el momento en el se paró el tiempo, la mujer sacó su lengua babosa y “limpió” literalmente el ojo de la Merche, dejando a todos los presentes estupefactos. La mujer tranquila-mente alegó antes de marcharse que era eso lo que hacía con sus hijos.
Desde ese día no me gustan los trenes, dicen que esa desconocida todavía los ronda en el tren de cercanías Alicante-Murcia, deseosa de encontrar otro ojo al cual lamer.

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